miércoles, 23 de septiembre de 2009

PAMI y la financiación kirchnerista

No es una novedad que la economía argentina navega por aguas cada vez más turbulentas, los holgados superávit primarios ya son cosa del pasado, y la necesidad de endeudarse en los mercados internacionales de crédito cada vez más evidente.


 

Tampoco es nuevo que un gobierno experto en maquillaje siga blandiendo banderas progresistas para justificar políticas regresivas, y que en forma permanente se corran los ejes de discusión mientras ejecuta medidas que en el final del túnel provocarán perdidas de bienestar para la economía en su conjunto, y en particular para los sectores menos protegidos.


 

La conjunción de ambas cuestiones lleva al Gobierno Nacional a utilizar de manera de creciente los superávit de algunas cajas estatales para financiar el desmanejo presupuestario que nos tiene acostumbrados (p.e., en lo que va de 2009 se utilizaron más de $ 37.000 millones pertenecientes a PAMI, ANSES y otros organismos), en esa línea podemos establecer la nueva compra por parte del PAMI de manera compulsiva por un monto de $ 1630 millones de Letras de Tesorería anunciada recientemente.


 

Esta decisión tiene varias aristas de análisis que trataremos de abordar: por un lado, muestra en forma palmaria la imposibilidad de financiarse en los mercados de crédito producto de la desconfianza que aún existe hacia el país por el default del 2001, agravado por los default encubiertos que significan el falseamiento de los datos que se producen por la manipulación de los resultados del INDEC. Por otro, nos revela el grado de improvisación del gobierno que durante la fase expansiva del ciclo económico (2003-segundo semestre 2008) no fue capaz de acumular un fondo de reservas fiscales para realizar políticas contracíclicas en la actualidad. A su vez pone en evidencia una enorme contradicción conceptual cuando en el medio de una marea de críticas hacia las políticas de los noventa, su política económica más efectiva es esperar que el viento de cola comience nuevamente a soplar para sacar a la economía de la recesión, es decir, seguimos esperanzados en que los mercados resuelvan nuestros problemas de estancamiento recurrente sin tener una estrategia de mediano y largo plazo que ponga a la Argentina en un sendero de desarrollo sustentable.


 

Pero lo más grave que denuncia este nuevo endeudamiento compulsivo de la obra social de nuestros jubilados es que pone en evidencia el desprecio institucional que tiene el kirchnerismo, ya que la maniobra cuestionada no sería posible sin que dicho organismo este intervenido. La pregunta es ¿un directorio conformado por los representantes naturales del organismo (los jubilados) aceptaría utilizar sus fondos excedentes para pagar deuda externa, o tendría para ese volumen de dinero usos alternativos para la mejora de la calidad de vida de ese sector?.


 

La respuesta más que probablemente negativa nos hace reflexionar sobre la necesidad de regularizar este tipo de situaciones, así como de otras instituciones de nuestro País en forma urgente. La calidad institucional es la piedra angular para establecer políticas de estado que permita iniciar el camino de un desarrollo sostenido en materia económica, en la cual la utilización de los recursos públicos en forma transparente sea el mecanismo de redistribución para lograr la equidad social anhelada, y no el manotazo de ahogado de una política económica cada vez más a la derecha.


 

viernes, 21 de agosto de 2009

Es la economía real, idiota

En 1992 Bill Clinton aseguro su victoria electoral en su debate contra el Presidente estadounidense de ese entonces Bush Padre cuando le espeto "es la economía, idiota", la frase de gran impacto mediático y electoral estaba dirigida a volcar la atención en que los problemas de ese país estaban la recesión de aquellos años y no, por ejemplo, en la guerra contra Saddan Husein de la que acababa de salir victorioso Bush.


 

Más de quince años después nos encontramos con el desarrollo de la crisis económica mas importante desde los años treinta, y a un año vista desde su comienzo, es un momento oportuno para evaluar los remedios propuestos desde los países centrales para salvar la situación.


 

Para llevar a cabo nuestro cometido es necesario plantear cuales son las creencias predominantes del origen de la debacle económica mundial. Las explicaciones se basan en demostrar que un cambio en las expectativas de los agentes financieros de las posibilidades repago de las deudas contraídas en el mercado inmobiliario estadounidense, se tradujo en una caída de los activos financieros que poseían como subyacentes los créditos posiblemente incobrables, y un efecto riqueza inverso del tal magnitud que arrastró vía la globalización al resto de las economías nacionales.


 

Bajo esta línea de pensamiento, la solución mas inmediata se encuentra limpiar el sistema de aquellos activos que no se encuentran emparentados con su contrapartida real, restaurar la liquidez del sistema de créditos con incalculables emisiones de dinero fiduciario, para poder comenzar una nueva burbuja que empuje hacia delante las ruedas del sistema.


 

En ese sentido, los principales países del mundo aplicaron medidas tendientes a salvar a gigantes financieros que habían invertido mal los ahorros de sus clientes, emitiendo grandes cantidades de dinero y bonos del Estado que se terminaran pagando con el ahorro futuro los mismos ciudadanos a través de futuros mayores impuestos y aumentos de la tasa media de inflación. Los mercados financieros reaccionaron al estimulo con más de tres meses de subas continuas, y los gerentes financieros cobraron jugosos dividendos por contratos laborales firmados antes de la crisis.


 

En contraposición, la crisis financiera se traslado claramente a la economía real dejando sin empleo a millones de personas en el mundo, aumentando la desigualdad de la distribución del ingreso, y con ello la pobreza a nivel mundial. Lamentablemente la economía de todos los días no reacciona como los mercados financieros, destruir puestos de trabajo es menos complejo que crearlos, y las consecuencias sociales en materia de dislocaciones de personas, precarización, etc. asociadas a aumentos del desempleo involuntario plantean problemas que pueden durar décadas, e inclusive pueden tornarse irreversibles.


 

Es decir, si bien los gobiernos nacionales actuaron en forma distinta a los años 30´, su estrategia principal fue el salvateje de los mercados financieros por sobre la economía real, y las consecuencias palpables de tales decisiones solo serán revertidas en un largo y penoso camino.


 

A su vez, los gobiernos no muestran señales de reacción a efectos que no vuelvan a ocurrir recurrentes crisis similares, más allá de actos declarativos sobre mayores regulaciones internacionales sobre los mercados de activos que no avanzan en sustancia.


 

Los mercados de capitales deberían proveer una manera eficiente y transparente de financiar proyectos de inversión en la economía real, y no ser un medio para la pura especulación financiera a través de instrumentos cada vez más sofisticados que permiten superganancias en tiempos record, distorsionando el sentido fundamental para lo que fueron creados.


 

Se impone entonces una inmediata regulación de los mercados financieros internacionales que debería tener los siguientes ejes: a) Que el mercado accionario tienda a ser el reflejo verdadero de la economía del país; b) Que los productos derivados se practiquen solo sobre operaciones reales, y no sean luego transables a terceros operadores.


 

No vaya a pasar que en la próxima crisis debemos pensar en que es la economía real, …. idiota.


 


 

sábado, 8 de agosto de 2009

El Fracaso de los Kirchner


 

La principal meta de la política económica gubernamental es mantener los niveles de empleo de la población en sus mínimos posibles, y que la distribución de la renta sea equitativa entre los sectores sociales. Para ello, los economistas fijamos objetivos, y entre los más importantes se encuentra aumentar las riquezas de la sociedad (objetivo de crecimiento) manteniendo a raya el nivel de precios de la economía (objetivo de inflación), y debemos proponer una política redistributiva para lograr el transbasamiento de recursos entre las clases sociales a efectos de corregir las fallas que los mercados producen en materia distributiva.


 

A su vez, la economía puede atravesar por condiciones excepcionales, sean estas malas o buenas, que se pueden presentar debido a dos tipos de situaciones, o bien pueden ser producto de un evento aleatorio de carácter externo, o bien consecuencia de la política económica adoptada por los gobiernos nacionales. Saber aprovechar las condiciones externas excepcionalmente buenas indudablemente ayuda a solventar las excepcionalmente malas, y por consecuencia utilizar demagógicamente las riquezas generados en épocas de bonanza implicará necesariamente mayores perdidas futuras.


 

Desde 2003 hasta mediados de 2008 la Argentina viene creciendo a tasas extraordinariamente altas (un promedio del 8% anual aproximadamente) en el marco de una situación internacional por demás favorable, con un modelo que podríamos señalar como distributivo centrifugo, en donde el Estado extrae fondos de las superganancias de los sectores más favorecidos por el crecimiento, y esos recursos son volcados en las poblaciones urbanas concentradas (de sobremanera en el Conurbano Bonaerense y otras aglomeraciones similares del país), con un criterio mas electoral que económico social. Esta redistribución se ejerce mediante subsidios a bienes y servicios (gas, electricidad, créditos blandos, automóviles, etc.), cuyo efecto final fue claramente regresivo.


 

La coyuntura fiscal argentina presenta fuertes señales de crisis producto exacerbación de las políticas precedentes, a titulo de ejemplo durante el primer semestre del año se aumentaron las transferencias mas de un 40%, así como las remuneraciones pagadas por el Estado Nacional tuvieron aumentos del mismo orden. Sumado a ello la recesión imperante ha impactado fuertemente en la recaudación, haciendo descender el superávit primario en un 65%, y ha puesto en rojo el resultado financiero de la Argentina. Esta expansión por encima de las posibilidades financieras provocará una fuerte tensión en las finanzas públicas del segundo semestre, y esta no será neutral en términos sociales.


 

En tanto los indicadores sociales muestran señales de deterioro en todas las mediciones privadas y publicas, lo cual nos advierten el fracaso de las políticas populistas implementadas por los Kirchner, y es de esperar que las mismas empeoren en los próximos meses por el impacto de la recesión y las restricciones presupuestarias, sobre todo en las clases más desprotegidas.


 

Lo anterior se plasma en los aumentos tarifarios de luz y gas implementados, los aumentos de los costos de educación y salud, la paralización postelectoral de la obra publica, e inflación superior al 15% anual que carcome el poder adquisitivo de los salarios, todo ello se transforma en un ajuste de hecho, en el cual los sectores más perjudicados son las clases medias y bajas.


 

Ciertamente se imponen cambios profundos en los mecanismos de redistribución de la riqueza del país, por un lado, es necesario que la política tenga un profundo sentido federal, y que desde el Estado se ayude a desconcentrar las aglomeraciones urbanas, creando incentivos para la radicación y mantenimiento de poblaciones rurales que eviten nuevas dislocaciones.


 

Por otro lado, desde el Estado debe garantizar un ingreso mínimo familiar de carácter amplio y universal, que asegure la salud, educación y alimentación de todos los sectores sociales y etarios haciendo especial incapie en los más sensibles como la niñez y los adultos mayores.


 

En síntesis, la administración de los recursos públicos se deben reorientar a la transformación productiva social de la Argentina, generando infraestructura y condiciones sociales para la desconcentración económica-urbana, y a su vez generar una red de contención social que redistribuya en forma progresiva los ingresos con un carácter universal, y no desde una perspectiva clientelista.

jueves, 19 de marzo de 2009

GOOD SHOW! CRISTINA

No cabe dudas que la campaña de las elecciones legislativa ha comenzado con la decisión presidencial de adelantar las mismas al 28 de junio próximo, y en ese sentido cada facción política comenzarán sus respectivos posicionamiento, y el primer movimiento importante lo acaba de realizar el Gobierno Nacional con la creación del Fondo Federal Solidario.

La iniciativa se la puede analizar desde tres planos diferentes, el institucional, el político y el económico, para analizar el impacto real que tendrá en el mejoramiento, o no, de la vida social de los argentinos.

Desde plano institucional, si bien no quedan dudas que el Poder Ejecutivo Nacional tiene facultades para dictar un decreto de necesidad y urgencia, la materia tratada tiene la suficiente conflictividad social como para que la iniciativa se discutiera en forma previa por todos los actores intervinientes en el marco del Congreso Nacional. Es decir, si bien la institucionalidad no se daña desde lo formal, el proyecto no conforma la legitimidad social necesaria, y coadyuva a seguir profundizando las divisiones entre los argentinos.

La consecuencia política es de mayor complicación de análisis, la medida tiene dos puntos de impacto bien definidos, por un lado apunta ha quitar argumentos a la dirigencia del agro en cuanto al carácter federal de las retenciones a la soja al volver coparticipable el tributo a través de este fondo especifico, por otro calmar los ánimos de gobernadores e intendentes remitiéndoles fondos frescos que alivien los preocupantes frentes fiscales provinciales, cada vez más en rojo por el impacto de lo crisis económica internacional y local.

La medida también muestra la debilidad extrema en la que se encuentra sumido el gobierno nacional, el paso del manejo de caja discrecional disciplinador a la distribución de fondos sin condiciones explicitas, no denota un cambio conceptual del manejo de los recursos públicos sino necesidades políticas de congraciarse con potenciales aliados en graves problemas económicos coyunturales.

Ahora bien, desde el punto de vista económico la iniciativa gubernamental ¿tiene efectos positivos mediatos o inmediatos para el conjunto de los argentinos? Creemos que no, veamos los argumentos:

  1. La medida no toca el fondo del conflicto de las retenciones a la soja, sobre todo no tiene en cuenta que las condiciones internacionales que llevaron al gobierno nacional a fijar el actual nivel de retenciones. En este punto no debemos perder de vista que previo a la Resolución 125 se había incrementado el nivel de retenciones al 35% por la generación de beneficios extraordinarios que podría generar el precio de la soja de aquel entonces (alrededor de U$S 400). Hoy esas circunstancias de precios ya no existen, ¿esos beneficios extraordinarios seguirán existiendo objetivamente?
  2. Desde el punto de vista fiscal consolidado a nivel nacional es neutro, dado el dinero que deja de tener la Nación pasa las Provincias y Municipios, pero desde un punto de vista keynesiano es negativo atento que posiblemente los fondos financien baches fiscales que ya estaban programados, es decir, no se producirán nuevas obras con impacto en el empleo.

En consecuencia la medida propuesta ni soluciona un conflicto que tiene parado una buena parte de la producción nacional en sus decisiones de inversión para el corriente año, ni aporta fondos frescos que deriven en obras publicas estatales que resulten paliativos o medidas de estimulo para el sostenimiento del empleo en la Argentina en el marco de la recesión en la que esta enmarcada.

La anunciado solo es un simple golpe de efecto electoral , entonces Good Show! Cristina.

jueves, 5 de marzo de 2009

De la Contradicción Fundamental al 2009 (Parte II/III)

La conclusión a que llegamos en los párrafos anteriores la podemos denotar en dos cuestiones generales, en primer termino, concluimos que la lucha fundamental del pueblo argentino sigue siendo de carácter dialectico, pueblo-antipueblo; en segundo termino que la composición de esos dos entidades en conflictos sigue siendo esencialmente la misma que en 1983.

Esa primaria impresión no nos debe llevar a razonamientos limitados, si bien los actores principales del conflicto siguen siendo los mismos, sus exteriorizaciones han mutado, plantearemos entonces sus caracterizaciones actuales.

El campo popular no ha mutado en general, sigue nutriéndose del proletariado rural e industrial, así como la mediana burguesía de los centros urbanos argentinos, pequeños y medianos productores de los diferentes estratos de producción, los profesionales independientes, y los estudiantes de distintos niveles. Lo que ha variado en forma profunda durante los 25 años de democracia es la participación activa en la militancia en acciones concretas en esta lucha desigual.

La desacreditación de los partidos políticos tradicionales ha disminuido al extremo los grados de participación de los ciudadanos, y en consecuencia durante la década de los noventa se efectivizaron retrocesos de los sectores populares sobre la distribución del ingreso logrados en décadas pasadas. Este vacio no ha sido cubierto por los movimientos sociales nacidos sobre los finales de la década de los noventas y comienzos de la presente, ni con las formaciones políticas surgidas de las diferentes escisiones producidas en la UCR y el PJ.

La consecuencia práctica de esta atomización de la causa popular en la Argentina es la falta de un frente común para la lucha por la defensa y recupero de los espacios perdidos en la década pasada. El capitalismo vernáculo, doblemente dependiente del Estado y del exterior, hace pie en estas contradicciones para hacer frente a sus propias contradicciones que desembocan en crisis recurrentes en el país, apropiándose durante estas de las rentas necesarias para mantener sus estándares de vida limitando a mantener bajo la línea de pobreza a amplios sectores de la población argentina.

El antipueblo durante estas dos décadas y media ha seguido su camino de transnacionalización y concentración profunda, en sintonía con la globalización de la economía. Por otro lado, logró avances importantes en las esferas decisión estatal, ya sea por haber desplazado al Estado en los roles de decisor o regulador de la actividad económica, o enquistando a personeros en espacios de decisión estatal que actúen a su favor.

La concentración de la economía en pocos actores es un proceso natural del capitalismo, pero en fase actual se ve potenciado por la necesidad de las grandes bancos de invertir sus de ganancias puramente financieras, sin base en la economía real. Esto último se ve traducido en pools de siembra en el sector agrícola, y grandes grupos de inversores que toman el control de empresas medianas y pequeñas, profundizando aún más los conflictos intrínsecos del sistema capitalista.

La transnacionalización, para completar el cuadro, pone fuera de la Argentina los centros de decisión de las políticas de precio, rentabilidad y salariales de las empresas radicadas en el país.
Desde el punto de vista cultural también se han sufrido retrocesos importantes, la falta de un discurso alternativo ha operado a favor del monocorde e irreflexivo en línea con las necesidades de los sectores privilegiados de la sociedad argentina, esto se ha logrado por el control de los medios de comunicación en manos concentradas, hecho que ha sido propiciado y subsidiado por el poder estatal vía la publicidad oficial.

Esos procesos han llevado al afianzamiento de monopolios y oligopolios de composición accionaria mayoritariamente extranjera, que en complicidad con políticas de Estado complacientes, se han apropiado de las rentas y superentas producidas por el trabajo argentino.

En síntesis los procesos político-económicos-sociales desarrollados desde la salida de la dictadura militar no han cambiado las tendencias que se avizoraban en aquel entonces, incluso profundizándose en algunos puntuales gobiernos.

Veinticinco años de democracia deberían ser suficientes para empezar un debate franco acerca de la necesidad de construir un programa común de los sectores populares que permita enfrentar con éxito la batalla por corregir las desigualdades sociales, basado en políticas públicas permanentes que procuren una efectiva y real distribución del producto nacional.

lunes, 5 de enero de 2009

De la Contradicción Fundamental al 2009 (Parte I/III)

En junio de 1983 encontró a un grupo de jóvenes radicales en la militancia por la recuperación de la democracia argentina, de su análisis de la realidad nacional surgió uno de los documentos políticos que marco el ingreso de muchos otros jóvenes a la militancia activa del radicalismo en esos años, se conoció como la Contradicción Fundamental.


Meses después Raúl Alfonsín asumía como Presidente de los Argentinos, y reestablecería la democracia en nuestro país después de 53 años de inestabilidad institucional. Era un momento crucial e inédito, ya que era la primera vez que un gobierno de facto dejaba el poder sin condicionamientos explícitos, máxime cuando el pueblo argentino se había inclinado mayoritariamente contra el pacto militar-sindical urgido desde el seno del peronismo.


La militancia debatía elocuentemente como conformar la ampliación del campo popular, sabiendo fehacientemente eso que “cuando se suma se suma hay que saber sumar bien”, y que más allá de nuestras propias banderas partidarias era necesario identificar al pueblo del antipueblo.


A 25 años de eso comienzo tan vigoroso como auspicioso, es conveniente realizar un balance de los logros obtenidos, así como de la actualización de sus postulados que nos permitan analizar nuestra trayectoria desde entonces, así como establecer nuestros marcos de alianzas para la consecución de aquellos objetivos no alcanzados.


Los hechos ocurridos en diciembre de 2001 transformo profundamente los aspectos políticos del país. A partir de allí, los partidos tradicionales se encuentran sumidos crisis de diferente origen, y las nuevas estructuraciones políticas no llegan aún a conformarse como herramientas de cambio social a nivel nacional. Pero no hay duda, la matriz política nacional ha cambiado en forma definitiva.


A fines de 2001 sucedió uno de esos hechos que los dirigentes que los propician no logran avizorar sus consecuencias, y que producen cambios permanentes en la sociedad. Así como en 1912 la sanción de la Ley Saenz Peña fue el comienzo de la destrucción efectiva del régimen falaz y descreído de la generación del 80´, con la incorporación del voto a los sectores populares y la eliminación del fraude; octubre de 1945 fue la inclusión dentro de la vida política argentina del proletariado industrial y rural que hasta ese momento tenían vedado el acceso al poder; los hechos de 2001 fueron una reacción popular contra el último intento de lograr la imposición de políticas conservadoras que comenzarán con el golpe de estado de 1976, en la cual participaron dos protagonistas principales, por un lado, la enorme masa de excluidos del sistema[1], que en esos momentos eran los grandes perdedores del sistema social implementado, y por el otro, gran parte de la clase media no politizada, que salio a la calle a defender sus intereses sectoriales[2].


Las preguntas entonces son ¿Siguen vigentes las cuestiones fundamentales de la Contradicción Fundamental? ¿Qué paso con la generación del 83´? ¿Logramos los objetivos que nos propusimos? ¿Qué estructuración de alianzas debemos repensar para el futuro?


La vigencia de la Contradicción Fundamental en el 2009 es clara y evidente desde el marco conceptual que ella preceptuaba[3], y esa noción nos lleva a tener que repensar en donde se encuentra hoy campo popular, que siguen siendo “…el campo del Pueblo, la clase trabajadora urbana y rural, las clases medias (pequeña y mediana burguesía comercial, industrial y rural), los profesionales, la intelectualidad progresista y el movimiento estudiantil”[4], y en donde el campo del antipueblo, los cuales han mutado en los últimos 25 años.


La nueva configuración del antipueblo se plasmo sobre la globlalización de la economía mundial, que trajo aparejado la transnacionalizacion de los capitales, tanto físicos como financieros, la incorporación de nuevos-viejos actores políticos, económicos y sociales emergentes de la fase profunda del capitalismo financiero internacional.


El componente nuevo esencial de esta configuración es la enorme masa de recursos financieros que, unidos a las mejoras tecnológicas en materia de comunicación y la baja regulación internacional sobre los movimientos de capitales, entran y salen fugazmente provocando grandes oscilaciones en la valuación de los activos financieros y las divisas de los países emergentes, restando posibilidades al manejo de una política económica nacional orientada al desarrollo.


A su vez, el año 2008 fue protagonista del crack financiero más importante desde la crisis de 1930, vinculado a la sobreexpansión del dinero fiduciario sin respaldo de la actividad real, que ha provocado un ajuste de la cuasirenta financiera, y que tendrá un fuerte impacto en la actividad económica de todos los días, aumentando de esta forma las tensiones entre los sectores nacionales y los antinacionales por obtener las porciones de la riqueza que le permitan mantener sus estándares de vida.


Ello sumado a la monopolización y concentración en pocas manos de los diferentes sectores industriales y agrarios, implica que 25 años después nuestras contradicciones principales siguen siendo las mismas, y son las que impiden un desarrollo genuino del Pueblo Argentino, cuartando así su derecho a construir una sociedad justa, libre e igualitaria.


En una primera conclusión podemos afirmar que la contradicción fundamental de los argentinos sigue siendo nacional, y de carácter eminentemente dialéctico, en donde fuerzas contrapuestas del pueblo y el antipueblo no han obtenido un triunfo una sobre la otra, o por lo menos una ventaja decisiva para la imposición de su proyecto.


En esta inteligencia, abordaremos un análisis de las estrategias actuales de ambos polos contradictorios y su caracterización, a los fines de replantear la discusión que actualice los contenidos mínimos del programa que debería impulsar el campo popular, en su principal objetivo de inclinar de la balanza a su favor.


Roberto Manuel Ortea

Enero 2009

Preliminar


[1] Que a partir de esa acción colectiva pasaron a tener una gran participación política en la vida nacional (movimiento de piqueteros y otras organizaciones sociales).

[2]La clase media se sintió atacada en sus derechos de propiedad sobre sus tenencias monetarias en los bancos, y tuvo un reclamo netamente sectorial, que una vez establecidos nuevamente esos derechos de propiedad volvió a sus vidas normales retirándose de la escena pública.

[3] Para ser explícitos en esos momentos definíamos como contradicción fundamental “al enfrentamiento principal de sectores sociales en una sociedad determinada, que por su importancia trasciende el marco de los demás enfrentamiento sectoriales que existen los cuales adquieren un carácter secundario y proyecta sus consecuencias hacia todos los sectores de esa sociedad.”

[4] Extraído de la Contradicción Fundamental