lunes, 29 de diciembre de 2008

Construir no Rejuntar

El aspecto central de esta nota es hablar de lo obvio, de aquello que todos vemos traslucir de los hechos de la política cotidiana pero debatimos pocos o entre pocos.

Ya es un hecho verificable que el 2009 será un año importante para la vida institucional de los argentinos, en el sentido que volverá haber en la Argentina una oposición más cohesionada, y con probabilidades de alternancia en el poder mayores a cero.

Pero esta realidad dependerá en gran medida de la forma de construir ese polo opositor, hemos anticipado en notas anteriores que debe centralizarse en una fuerza progresista con un fuerte respeto institucional con base en la unión de la diáspora radical surgida después de la experiencia de la Alianza.

Los consensos programáticos a acordar por los futuros integrantes de esta fuerza política alternativa, deberían contener como mínimo:

a) Apego a las cualidades republicanas de gobierno, es decir, un programa político que profundice nuestra democracia. Cuestiones mínimas como la separación efectiva de los poderes estatales están todavía en la agenda política después de 25 años. Pero también otras cuestiones institucionales como la independencia del banco central, la apertura y transparencia del manejo de los fondos públicos, reforma del sistema electoral que permita el fortalecimiento del sistema de partidos políticos, entre otros, deberían formar parte de la reforma política tantas veces enunciada.
b) Un programa económico con orientación al crecimiento equilibrado de los diferentes sectores industriales y agropecuarios. Para ello es necesario reformular las funciones del Estado como regulador de la actividad económica y financiera.
c) Asignar al Estado las funciones redistributivas de la riqueza generada, mediante políticas directas (p.e.: asignaciones universales que den garantías alimentarías a toda la población), o indirectas por medio de políticas impositivas progresivas, políticas de educación y salud, acceso a la vivienda digna, etcétera.

La experiencia de la Alianza debe poner limites a esta convergencia electoral, tanto por derecha como por izquierda, en donde debemos priorizar la perdida de algún escaño legislativo a la sólida construcción de una estructura política que mantenga criterios homogéneos a la hora de gobernar nuevamente la Argentina, e impedir que seamos funcionales a la interna peronista en ciernes entre el kirchnerismo y los sectores relegados del justicialismo (De Narváez, Duhalde, Macri, Rodríguez Saa, Menem, etc.)

En síntesis, debemos construir un espacio amplio con sectores políticos (UCR, CC, CF, PS), y sociales afines, que nos de la base de un triunfo electoral genuino, con concordancia ideologica y con fuerza para gobernar nuevamente en 2011.

Roberto Ortea
Diciembre de 2008

lunes, 22 de diciembre de 2008

El legado wickselliano, o como entender la crisis financiera

Knut Wicksell, indudable precursor de keynesianismo, imagino un sistema monetario de tipo dual, los describió como la economía de efectivo puro y la economía de crédito puro. El primero de ellos poseía un nivel de precios definido mediante la teoría cuantitativa, y el segundo los niveles de precios quedaban bien definidos baja circunstancias fortuitas y excepcionales.

La economía del mundo real es una mezcla de ambas, en la que la cantidad de dinero fijada por los bancos centrales posee un rol de “ancla monetaria” a los precios, y el sistema financiero utiliza sus posibilidades de expandir ese circulante en los términos prefijados por la autoridad monetaria.

Pero el problema de la indeterminación de los niveles de precios se vuelve más importante en la medida que las potestades de los bancos centrales se reduce al mínimo, circunstancia que se puede generar por dos motivos fundamentales: a) en primer termino, que las regulaciones internacionales se hicieran demasiados laxas, y permitieran una desconexión importante entre los economía real y la economía financiera; b) en segundo lugar, que la cantidad de dinero emitidos por ellos se transforme realmente en marginal con respecto de los volúmenes de dinero manejado en las transacciones financieras.

En los cien años que van desde los escritos de Wicksell hasta nuestro días ha ocurrido una impresionante transformación en la institucionalidad del sistema financiero, en donde el sector financiero no ligado a la banca han crecido de forma más que proporcional teniendo como consecuencia que una creación desmesurado de dinero interno, fuera se toda regulación estatal, configurando de este modo los supuestos de partida de la incertidumbre wickseliana en materia de precios de equilibrio.

Un punto adicional que toma trascendencia en el estado económico actual es la posibilidad de realizar una política monetaria efectiva mediante la tasa de interés, aquí Wicksell, anticipando nuevamente a Keynes, plantea lo que este dio en llamar la “paradoja de Gibson”, es decir si bajamos de la tasa de mercado, quedando por debajo de la tasa natural, habilitará un proceso de expansión de la economía de crédito, y empeoría la inflación.

Entonces que nos dice Wicksell cien años después:
1ro) Políticas estrictamente de carácter monetario, solo agravarán los problemas porque induciría a crear nuevos arbitrajes, los cuales se transformarían en señales a los actores económicos para una mayor expansión del dinero interno, que es en última instancia el causante del problema.
2do) Necesitamos urgentemente crear un organismo supranacional que regule la actividad financiera internacional, tanto bancaria como no bancaria, que restringa fuertemente la posibilidad de crear activos que no posean su contraparte real en la economía de todos los días.
3ro) Dejar que ajuste el mercado financiero y real a nuevos precios de equilibrio, compensando básicamente con medidas de políticas fiscales activas las probables fallas en la demanda efectiva que provocará las distorsión de precios vigentes en la economía global.

Roberto Manuel Ortea
Diciembre 2008

Nota: Una lectura ampliataria para el texto puede encontarse en "El Legado Wickselliano" de Axel Lepjonhufvud, del libro "Organización e Inestabilidad Económica"

lunes, 15 de diciembre de 2008

La tablita de Machinea y los dilemas distributivos del kirchnerismo

No es nuevo en política, ni menos en política económica que nos encontremos con grandes diferencias entre los mensajes que justifican una medida específica y los impactos socioeconómicos de las mismas. En este sentido el gobierno kirchnerista es el paradigma de la cuestión, en donde, detrás de un discurso de progresismo de izquierda anda oculto un gobierno que como mínimo deberíamos plantear de corte conservador.

Así podríamos enumerar medidas pasadas como el pago de deuda íntegra al FMI, superávit fiscales permanentes, políticas de subsidios centralizados en producciones que benefician a sectores medios y altos de la población, entre otras.

Como expusimos en artículos previos, el contexto internacional extremadamente favorable y un piso de salida de parámetros sociales muy bajos, permitió al gobierno mostrar éxitos de mejoras en los niveles de equidad, pero de ninguna manera respondieron a un plan encaminado en tal sentido, y resultan hoy a todas vistas maquillaje de la realidad.

En estos días se mando al Congreso Nacional la eliminación de la denominada tablita de Machinea como una medida de corte netamente progresista, que coadyudaria a palear la crisis económica que se avecina. En este sentido sería bueno especificar que es para nosotros una política redistributiva.

Consigna 1: las políticas redistributivas progresivas son aquellas que imponen impuestos a los clases de mayores recursos y mediante políticas públicas específicas se destinan esos fondos a cubrir necesidades básicas de un amplio espectro poblacional, generalmente de sectores de bajos recursos.

Ahora bien, ¿Qué es la tablita de Machinea? Esta herramienta impositiva se ideo para que aquellos asalariados y profesionales independientes con ingresos superiores a $ 7000 en caso de ser solteros y $ 12000 en caso de ser casados con dos hijos pagaran el impuesto a las ganancias en forma progresiva. El problema de la tablita no fue su concepto, sino su momento de implementación. En medio de una recesión, aplicar un impuesto adicional a sectores motores de la economía era por lo menos un error, uno de tantos de aquellos años.

Eliminar impuestos siempre es mas simpático que imponerlos, pero ¿es lógico eliminar una medida que en el fondo hacia más progresivo el sistema impositivo nacional?, ¿tendrá impactos concretos que ayuden a sobrellevar el nivel de actividad durante la crisis?, ¿Podría haber medidas alternativas que tenga como resultados un sistema impositivo menos regresivo?

Para contestar estas preguntas veamos el razonamiento del gobierno, la eliminación de la tablita liberará recursos a aquellos que estaban gravados por la misma, específicamente un monto que oscila entre los $ 200 y $ 600 mensuales, esto provocará un aumento de los niveles de consumo, y con ello el fisco recuperará parte de la inversión mediante el aumento de recaudación del IVA, y ganancias sociales por mantenimiento del nivel de empleo por el aumento del consumo, que contrarresta la baja de la actividad por la crisis internacional.

Primer problema, con expectativas negativas, es muy factible que la liberación de fondos vaya a atesoramiento de las clases altas, con muy bajo impacto en el consumo, quedándose adicionalmente el Estado con menos recursos para financiar gastos corrientes redistributivos, por lo cual la medida podría tener un impacto redistributivo neto a favor de las clases pudientes de la Argentinas.

Segundo problema, si el impacto sobre el consumo es bajo, cosa que es muy probable, además de los problemas fiscales y redistributivos planteados, la conservación de empleo por esta vía será por demás pequeña y a todas luces insuficiente.

Alternativamente el gobierno podría promover la rebaja de la alícuota un impuesto regresivo como es el IVA, supongamos entre un 3% a 5%, que liberaría recursos a todos los estratos sociales, con impactos beneficiosos en la contención de la inflación por baja de costos, y posibilitaría mediante aquellos sectores que tienen altas propensiones marginales a consumir a sostener mejor los niveles de actividad.

Entonces ¿Por qué el gobierno no se animó a encarar una reforma tributaria en serio desde la salida de la convertibilidad? Básicamente porque el IVA, a pesar de su regresividad, es un impuesto relativamente fácil de cobrar, y adicionalmente ajusta por inflación, dos propiedades que lo hacen altamente atractivo para este gobierno fiscalista. En contraposición el Impuestos a las Ganancias es de fácil evasión y elusión, y afecta a sectores que el kirchnerismo ha protegido sistemáticamente durante su gestión, que son las clases altas y medias altas de nuestro país.

En definitiva, el tratamiento de la eliminación de la tablita de Machinea no es una medida de corte progresista, pero sería una buena iniciativa para discutir el sistema fiscal argentino en su conjunto, y dotar al mismo de mayor equidad en la carga de los impuestos según los ingresos que percibimos cada uno de los argentinos.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Pensando en 2009

La economía argentina se encamina a una profunda desaceleración después de seis años continuos de crecimiento, y más allá del maquillaje de las cifras oficiales, la primer pregunta que deberíamos realizarnos es si los argentinos supimos aprovechar los condiciones extremadamente favorables que brindo el mundo a nuestra producción.

Para analizar esta cuestión debemos bosquejar cual fue el punto de partida de la recuperación, es decir la crisis económica del 2001. La salida de la convertibilidad, la superficie de la crisis de aquellos años, fue traumática, con grandes transferencias de recursos de los sectores bajos hacia los altos, y una asimetría de proporciones de la carga de costos del ajuste de la economía nacional.

El plan de convertibilidad había generado cambios estructurales importantes en sistema económico nacional, en concomitancia con la implementación de medidas propuestas del Consenso de Washington, entre ellos, una apertura indiscrimina de la economía, ausencia del Estado como regulador de las fallas del mercado, el retraso forzado de nuestra moneda nacional respecto del dólar, perdidas netas de empleo, marginación social de amplios sectores, entre otras.

Hoy, seis años más tarde, nos encontramos en una delicada situación, porque si bien pudimos mejorar algunos de los problemas derivados de la convertibilidad, el fondo no se ha modificado, el gobierno actual no ha sabido atacar el núcleo duro de los dilemas redistributivos de la Argentina.

En que mejoro nuestro sistema económico en el régimen kirchnerista, creemos que podemos afirmar que en tres planos básicos:
a) Vuelta del Estado a tomar un rol central como regulador de las relaciones entre los diferentes actores de la economía.
b) Liberación regulada del tipo de cambio
c) Ganancias netas de empleo

Pero las mejoras son reales, o solo representan una lavada de cara para que el bajo superficie siga todo igual, es decir, ¿mejoraron las condiciones redistributivas de la argentina bajo el gobierno kirchnerista? Claramente la respuesta es no, porque las ganancias de competitividad asociadas a la devaluación continua de nuestra moneda nacional han sido persistentemente corroídas por la elevación de los índices de inflación. El problema cambiario que se avecina, podría destruir en gran parte los progresos en materia del empleo que se consiguieron en los últimos años. Además, si bien es un paso adelante la revalorización del Estado como regulador de la economía, los sistemas implementados por el gobierno nacional a través de subsidios cruzados entre industrias, y la utilización de la política coercitiva por medios de los mismos, es poco razonable que nos lleven al optimo social declamado.

A su vez, los superávit gemelos (fiscal y externo) podrían reducirse en extremo, incluso revertirse ante el cambio de escenario internacional, el cual se presenta con bajas generalizadas de demanda de nuestros productos, con la consecuentes bajas de precios de nuestras comodyties, ello generará una disminución en la entradas de divisas, y un estrangulamiento en las arcas estatales, que junto a una presión que será ejercida en el gasto publico por reclamos de aumentos salariales a empleados públicos y de subsidios a la actividad privada, hará bajar drásticamente el superávit fiscal de los últimos ejercicios.

Si las cuestiones positivas impuestas por el régimen no tienen bases sólidas de sustentación en el tiempo, sus aspectos negativos pueden ser devastadores para la compleja realidad que se aproxima. La falta de credibilidad del INDEC oficial, la baja calidad institucional (perdida parcial de independencia del BCRA, avances del poder ejecutivo nacional sobre el poder legislativo, cercenamiento de las autonomías provinciales, ausencias de políticas de estado en materias redistributivas, etc.), el manejo discrecional del presupuesto publico generan, ante un escenario de incertidumbre y baja de la actividad a nivel global, expectativas adversas para los inversores.

En cuanto a las medidas adoptadas por el gobierno nacional, estas no remedian la situación, en primer lugar porque el estimulo del consumo es insuficiente, con tasas de interés elevadas que convalidan la tendencia alcista de estas en el mercado. Por otro lado, el plan de obra publica anunciado no esta exento de las criticas que se han planteado en cuanto a falta de transparencia y manejo discrecional, lo cual no permite generar expectativas favorables por su implementación.

Si súmanos a esto último, aquellas medidas que favorecen a los que han fugado capitales al exterior, o la evasión de impuestos, si bien mejoran la posición fiscal del 2009, empeoran la imagen publica de la Argentina en el marco internacional, afectando de esta forma las posibilidades de futuras inversiones en el país.

El escenario mas probable entonces para el año 2009 será de por lo menos un estancamiento de la actividad económica, con su correlato en el aumento del desempleo abierto, fuertes presiones sobre el tipo de cambio nominal, elevaciones de los tipo de interés locales, y estrechez fiscal que puede devenir directamente en déficit fiscal luego de varios años.

En síntesis el año 2009 será un año clave para el poder kirchnerista en razón que desenmascara las bases populistas y pocos sólidas en donde se construyo su poder. En ese sentido será importante como se configura la oposición, ya que la opción de repetir la experiencia de la Alianza esta aún latente, en donde se privilegio lo electoral a lo programático, constituyendo una poderosa herramienta electoral que fracaso por sus contradicciones internas.

En contraposición creemos que es necesario articular un amplio frente electoral basado en cuatro pilares: a) Un eje ideológico central de corte progresista o centro izquierda, con probada fe republicana; b) Una agenda común legislativa para el período 2009-2011; c) Organización básica de un programa de gobierno común para el 2011-2015; y d) Un mecanismo transparente para la elección de los diferentes candidatos ejecutivos y legislativos de todos los niveles de gobierno.

Este es el desafío del 2009, esperemos lograrlo.

Roberto Manuel Ortea
Diciembre 2009